De libros y autores

Entrevista a Philippe Claudel y reseña de La nieta del señor Linh

A continuación quiero compartirles una breve entrevista que le realicé al escritor francés Philippe Claudel durante su paso por la Feria del Libro de Bogotá en 2015 y que aún considero vigente. También encontrarán la reseña que escribí acerca de su novela «La nieta del Señor Linh» y que fue publicada ese año en El Espectador.

Además de asistir a la Feria del Libro, ¿qué más planeas hacer mientras estás en Bogotá?

    Me gustan las ciudades, me gustan las calles, el tráfico, los rostros de las mujeres y los hombres. Ya estuve en Bogotá hace algunos años, pero no tuve tiempo de «sentir» la ciudad, de tomar su pulso, de contemplar a los seres que viven allí. Mi escritura no está desconectada del mundo, se nutre del mundo.

    Macondo es el país invitado este año. Para ti, ¿qué es Macondo?

      La literatura extrae su savia profunda de la geografía, pero al mismo tiempo, inventa su propia geografía. Las grandes novelas también son aquellas que fundan lugares y mundos. Combray en Proust existe más hoy en día que muchos pueblos reales. Para mí, Macondo es el Combray sudamericano.

      La Feria del Libro promoverá «La lectura de autoras». ¿Qué escritora recomiendas?

        Hay tantas. Hablaré de quien considero la más grande de las escritoras francesas vivas, Annie Ernaux, cuya obra centrada en la inspección y descripción de lo íntimo es una de las más importantes hoy en día. También me gusta mucho, en un género totalmente diferente, la literatura de Annie Proulx, su arraigo en su espacio americano, salvaje y rural, y la pureza de sus relatos. También aprecio las obras de mujeres que han recibido muy merecidamente el Nobel en los últimos años, como Jelinek, Herta Müller, Alice Munroe. También debo admitir que cuando descubrí el trabajo de Agota Kristoff, me impresionó mucho.

        Algunas personas dicen que escribir es mentir un poco. ¿Cuándo mientes fuera de la literatura?

          La vida está llena de pequeños acuerdos constantes con la verdad, y la verdad es una noción muy variable. La mentira a veces es el medio para protegerse, para proteger a quienes amamos. También es una coraza que ocasionalmente permite protegerse de una realidad demasiado violenta.

          ¿De dónde surgió la idea de «La nieta del señor Linh»? (Personalmente la considero impresionante)

            Quería hablar de exilio y amistad. Quería trabajar con un lenguaje lo más simple y puro posible, y llevar mi relato hacia una forma de esencialidad, de esencialidad humana. Pero también es un libro sobre la pérdida, la guerra, la locura. Es un libro falsamente dulce.

            ¿Cómo trabajaste la sorpresa final? Es como una novela escrita con precisión matemática.

              Sin embargo, no es el caso, pero tienes razón, da esa impresión. Es el relato el que me llevó a este final, no estaba premeditado, pero era lógico. La intención no era engañar al lector, decirle «¡ahí lo tienes, te engañé!», sino permitirle volver a visitar la historia y darle de repente otros sentidos.

              ¿En qué historias prefieres trabajar en formato audiovisual?

                Me interesan más los conflictos internos, las situaciones menos marcadas por el peso de la historia. Creo que el cine me permite trabajar sobre el rostro, el cuerpo, el vínculo, los no dichos entre humanos, en universos familiares, amorosos, amistosos. El cine que hago no es espectacular, se centra en temblores muy pequeños.

                ¿Cuál es el principal consejo que le das a tus estudiantes de literatura?

                  Que encuentren su camino. Que no se dejen limar, devorar por la sociedad. Que permanezcan salvajes y rebeldes. Que crean en lo que son y en lo que hacen. También que sean modestos y que trabajen, trabajen, trabajen.

                  Por favor, cuéntanos acerca de tu proyecto literario actual.

                    Actualmente estoy trabajando en los últimos retoques de una película que rodé el verano pasado, «Une enfance«. Y estoy escribiendo varias cosas, una novela que he llamado «Pjula«. Un nombre geográfico que es el de un pueblo al final del mundo, junto a un océano, donde vive una comunidad reducida que se enfrentará a eventos poco ordinarios. También estoy escribiendo otros dos textos, pero son como escalas que tocaré porque me encanta escribir y no publico todo lo que escribo.

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                    El abuelo del exilio

                    Un anciano, derrotado por la guerra que acabó con su aldea y todos a quienes amaba, huye a un país lejano con una pequeña en sus brazos, una foto vieja y un saco de tierra. Qué simbólico su equipaje. No sólo por la niña a la que quiere salvar y a la que le debe su propio esfuerzo por mantenerse vivo, sino también por esos retazos de su país y su memoria a los que también quisiera amparar de la sangre y el exilio.

                    Así comienza La nieta del señor Linh, una novela escrita por el francés Philippe Claudel que se destaca por su delicadeza y por el punto de vista que escoge el autor para hablar de los conocidos horrores de la guerra de una forma original.

                    Esta es una fábula sobre el desarraigo, la soledad y la lucha por preservar la identidad cuando se está lejos de casa. No sabemos en dónde transcurre la historia y eso hace que cada lugar pueda ser cualquiera. Lo sabemos: la maldad y la esperanza son universales.

                    Podemos entender ese sentido de extrañeza y de nostalgia con escenas tan sensoriales como esta: “La sopa es como el aire de la ciudad que ha inspirado al bajar del barco. No tiene auténtico olor, auténtico sabor. El anciano no reconoce nada en ella. No encuentra el delicioso olor de la hierba limón, la dulzura del cilantro fresco (…), y de pronto siente toda la incertidumbre de su nueva vida”.

                    La niña no llora, como si así quisiera hacerle la labor menos pesada a su abuelo. Él, por su parte, se anticipa a sus necesidades y ahuyenta sus miedos con un arrullo que repite como una oración: “La mañana siempre vuelve, / siempre vuelve con su luz, / siempre hay un nuevo día, / y un día serás madre tú”. Así, en cualquier parte, Linh vuelve a estar en casa.

                    Con todo y la tristeza de la vida, la belleza de las palabras nos dan consuelo: “De vez en cuando un milagro, oro y risas, y de nuevo la esperanza cuando crees que a tu alrededor todo es destrucción y silencio”. La esperanza se presenta en forma de un nuevo amigo. Linh y el señor Bark hablan idiomas distintos y sin embargo se comunican, comparten sus soledades. El aroma de los cigarros de Bark hace que este lugar desconocido se vaya volviendo un poco su casa.

                    Aquí una sola frase puede cambiar la visión de todo el libro, y eso delata que fue escrita con una precisión casi matemática. Será mejor guardar cada relato para disfrutarlo en el momento y no caer en la tentación de leer la contraportada porque puede estropear parte de la historia.

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